Capítulo
12. En que se trata como se responde a otra pregunta, declarando cuáles sean
los apetitos que bastan para causar en el alma los daños dichos.
1. Queda
dado a entender cómo se llama noche la mortificación de ellos, y cuanto
convenga entrar en esta noche para ir a Dios.
2a. Lo
primero si basta cualquier apetito para obrar y causar los dos males ya dichos,
es a saber, privativo, que es privar el alma de la gracia de Dios, y el
positivo, que es acusar en ella los cinco daños principales que habemos dicho.
2b. Si
basta cualquier apetito a causar todos estos daños (cinco daños) juntos, o solamente
unos causan unos y otros otros, como unos causan tormento, otros cansancio,
otros tiniebla, etc.
3a. Cuanto
a daño privativo, que es privar al alma de Dios, solamente los apetitos
voluntarios que son de materia [Fil. En la filosofía escolástica, realidad
primera que, en su unión con la forma, constituye la esencia de todo cuerpo.
rae.es]. de pecado mortal pueden y hacen
totalmente, porque ellos privan en esta vida al alma de la gracia y en la otra
de la gloria, que es poseer a Dios.
3b. A
lo segundo digo que, así estos que son de materia de pecado mortal como los
voluntarios de pecado mortal y los que son de materia de imperfección, cada uno
de ellos basta para causar en el alma todos estos daños positivos juntos.
3b. Los
apetitos de pecado mortal causan total ceguera, tormento e inmundicia y
flaqueza, etc.
3c. Los
de materia venial o imperfección no causan estos males en total y consumado
grado, pues no privan de la gracia, de donde depende la posesión de ellos,
porque la muerte de ella es vida de ellos.
3d.
Pero cáusanlos (sic) en el alma remisamente [remitir: dejar, diferir, suspender,
rae.es].
3e. De
manera que aquel apetito que más entibiare la gracia, más abundante tormento,
ceguera y suciedad causara.
5a. Así
como un acto de virtud produce en el alma y cría juntamente suavidad, paz,
consuelo, luz, limpieza y fortaleza, así un apetito desordenado causa tormento,
fatiga, cansancio, ceguera y flaqueza.
5b.
Todas las virtudes crecen en el ejercicio de una, y todos los vicios crecen en
el de uno y los deja de ellos en el alma.
5c. Ap
10, 9: Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. El me dice: “Toma
y devóralo; te amargará en el vientre, pero en su boca será dulce como la miel”.
5d. Lo
cual se da muy bien a entender por aquel libro que mandó el ángel comer a san
Juan en el Apocalipsis, el cual en la boca le hizo dulzura y en el vientre le
fue amargor.
5e.
Porque el apetito, cuando se ejecuta, es dulce y parece bueno, pero después se
siente su amargo afecto.
6a. De
los demás apetitos naturales que no son voluntarios, y de los pensamientos que
no pasan de los primeros movimientos, y de otras tentaciones no consentidas no
trato aquí, porque éstos ningún mal de los dichos causan al alma.
6b.
Porque aunque a la persona por quien pasan le haga parecer la pasión y turbación
antes la causan los provechos contrarios.
6c. En
tanto que los resiste, gana fortaleza, pureza, luz y consuelo y muchos bienes.
6d. 2
Cor 12, 9: La virtud se perfecciona en la flaqueza.
6e. Mas
los voluntarios, todos los dichos y más males hacen.
6f. Y
por eso el principal cuidado que tienen los maestros espirituales es mortificar
luego a los discípulos de cualquier apetito, haciéndoles quedar en vacío de lo
que apetecían por librarles de tanta miseria.