Capítulo
28. De siete daños que se puede caer poniendo el gozo de la voluntad en los
bienes morales.
1. Son
siete, y muy perniciosos, porque son espirituales.
2a. El
primer daño es la vanidad, soberbia, vanagloria y presunción.
2b. Gozarse
de sus obras no puede ser sin estimarlas.
2c. De
ahí nace la jactancia y lo demás, como se dice del fariseo en el evangelio, que
oraba y se congraciaba con Dios con jactancia de que ayunaba y hacía otras buenas
obras.
2d. Lucas
18, 12: “Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
3a. El
segundo va encadenado de este, y es que juzga a los demás por malos e
imperfectos comparativamente, pareciéndole que no hacen ni obran tan bien como
él, estimándolos en menos en su corazón, y a veces por la palabra.
3b. Este
daño también lo tenía el fariseo, pues en sus oraciones decía:
3c.
Lucas 18, 11: Gracias te hago que no soy como los demás hombres: robadores,
injustos y adúlteros.
3d. En
un solo acto caía en estos dos daños estimándose a sí y despreciando a los
demás.
3e.
Como el día de hoy hacen muchos que dicen: “No soy como fulano, ni obro esto ni
aquello como este o el otro”.
3f.
Llegan a enojarse y a envidiar cuando ven que otros son alabados o que hacen o
valen más que ellos.
4. El
tercer daño es que, como en las obras miran al gusto, comúnmente no las hacen
sino cuando ven que de ellas se les ha de seguir algún gusto y alabanza, como
dice Cristo: ut videantur ab hominibus.
4b.
Mateo 23, 5: “Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las
filacterias y agrandan las orlas del manto”.
4c. Y
no obran sólo por amor de Dios.
5a. El
cuarto daño se sigue de este y es que no hallarán galardón en Dios.
5b.
Habiéndole ellos querido hallar en esta vida de gozo o consuelo, o de interés
de honra o de otra manera, en sus obras; en lo cual dice el salvador que
aquellos recibieron su paga.
5c.
Mateo 6, 2: “Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante
ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser
honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa”.
5d. Se
quedaron solo con el trabajo de la obra y confusos sin galardón.
5e. Hay
tanta miseria que tengo para mí que las más de las obras que hacen públicas, o
son viciosas, o no les valdrán nada, o son imperfectas delante de Dios, por no
ir ellos desasidos de estos intereses y respetos humanos.
5f.
¿Qué otra cosa se puede juzgar de algunas obras y memorias que algunos hacen e
instituyen, cuando no las quieren [hacer] sin que vayan envueltas en honra y
respetos humanos de la vanidad de la vida.
5g. O
perpetuando en ellas su nombre, linaje o señorío, hasta poner de esto sus
señales, nombres y blasones en los templos, como si ellos quisiesen poner allí
en lugar de imagen, donde todos hincan la rodilla, en las cuales obras de
algunos se puede decir que se adoran a sí más que a Dios?
5h. Lo
cual es verdad si por aquello las hicieron, y sin ello no las hicieron.
5i.
Dejados estos que son los peores.
5j. ¿Cuántos
hay que de muchas maneras caen en este daño de sus obras?
5i.
Unos quieren que se las alaben, otros que se las agradezcan; otras las cuentan
y gustan que lo sepa fulano y fulano y aun todo el mundo, y a veces quieren que
pase la limosna o lo que hacen por terceros porque se sepa más.
5j.
Otros quieren lo uno y lo otro; lo cual es el tañer de las trompetas,
que dice el Salvador en el evangelio.
5i.
Mateo 6, 2: “Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante
ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser
honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa”.
6a.
Deben, pues, estos para huir este daño, esconder las obras, que solo Dios las
vea, no queriendo que nadie haga caso.
6b. Y
no solo las ha de esconder de los demás, mas aún de sí mismo, esto es, que ni él
se quiera complacer en ella, estimándola como si fuese algo, ni sacar gusto de
toda ella, como espiritualmente se entiende aquello que dice nuestro Señor.
6c. Mateo
6, 3: No sepa tu siniestra lo que hace tu diestra.
6d. Es
como decir: no estimes con el ojo temporal y carnal la obra que haces
espiritual.
6e. De
esta manera se recoge la fuerza de la voluntad en Dios y lleva fruto delante de
él la obra.
6f. De
donde no solo la perderá sino que será de grande mérito.
6g. Job
31, 26-28: Si yo besé mi mano con mi boca, que es iniquidad y pecado grande, y
se gozó en escondido mi corazón.
6h. Job
31, 26-28: “No miré el sol en su esplendor, ni la luna en su curso glorioso,
para dejarme seducir en secreto y enviarles un beso con la mano. También sería
una ofensa criminal, pues habría traicionado al Altísimo”.
6i. Aquí
por la “mano” se entiende la obra y por la “boca” entiende la voluntad que se
complace en ellas.
6j.
Porque es complacencia en sí mismo, dice: Si se alegró en escondido mi
corazón, lo cual es grande iniquidad y negación contra Dios.
6k. Es
como si dijera: que ni tuvo complacencia ni se alegró su corazón en escondido.
7a. El
quinto daño es que no van adelante en el camino de la perfección.
7b.
Estando ellos asidos algusto y consuelo en el obrar, cuando en sus obras y
ejercicios no hallan gusto y consuelo, que es ordinariamente cuando Dios lo
quiere llevar adelante – dándoles el pan duro, que es el de los perfectos, y
quitándolos de la leche de niños, probándolos as fuerzas y purgándolos el
apetito tierno para que puedan gustar el manjar de grandes –.
7c.
Ellos comúnmente desmayan y pierden la perspectiva de que no hayan el dicho
sabor en sus obras.
7d. Eclesiastés
10, 1: Las moscas que se mueren, pierden la suavidad del ungüento.
7e.
Eclesiastés 10, 1: “Una mosca muerta echa a perder un tarro de perfume; cuenta
más una pizca de necedad que una gran sabiduría”
7f.
Cuando se les ofrece a estos alguna mortificación, mueren a sus buenas obras,
dejándolas de hacer, y pierden la perseverancia, en que está la suavidad del
espíritu y consuelo interior.
8a. El
sexto daño de estos es que comúnmente se engañan teniendo por mejores las cosas
y obras de que ellos gustan que aquellas de que no gustan.
8b.
Alaban y estiman las unas y desestiman las otras.
8c.
Aquellas obras en que de suyo el hombre más se mortifica sean más aceptas y
preciosas delante de Dios, por causa de negación que el hombre en ellas lleva de
sí mismo, que aquellas en que él halla su consuelo, en que muy fácilmente se
puede buscar a sí mismo.
8d.
Miqueas 7, 3: Malum manum suarum dicunt bonum.
8e.
Esto es: Lo que de sus obras es malo, dicen ellos que es bueno.
8f.
Miqueas 7, 3: “Son hábiles para hacer el mal; el jefe y juez pide regalos, el
poderoso se agita y suda de ambición”.
8g. Lo
cual les nace de poner ellos el gusto en sus obras, y no en solo dar gusto a
Dios.
8h. Y
cuánto reine este daño, así en los espirituales como en los hombres comunes,
sería prólijo de contar.
8i.
Apenas hallarán uno que puramente se mueva a obrar por Dios mismo sin arrimo de
algún interés de consuelo o gusto u otro respeto.
9a. El
séptimo daño es que, en cuanto el hombre no apaga el gozo vano en las obras
morales, está más incapaz para recibir consejo y enseñanza razonable acerca de
las obras que debe hacer.
9b. El
hábito de flaqueza que tiene acerca del obrar, con la propiedad del vano gozo
le encadena.
9c.
Para que no tenga el consejo ajeno por mejor o para que aunque lo tenga tal, no
le quiera seguir, no teniendo en sí ánimo para ello.
9d. Estos
aflojan mucho en la caridad para con Dios y el prójimo.
9e. El
amor propio que acerca de sus obras tienen les hace resfriar la caridad.