18a. Pues ya no eres esquiva.
18b. Pues ya no afliges, ni aprietas, ni
fatigas como antes hacías.
18c. Conviene saber que esta llama de Dios,
cuando el alma estaba en estado de purgación espiritual, que es cuando va
entrando en contemplación, no le era tan amigable y suave como ahora lo es en
este estado de unión.
18d. En declarar cómo esto sea se nos habemos
de detener algún tanto.
18e. Antes que este divino fuego de amor se
introduzca y una en la sustancia del alma por acabada y perfecta purgación y
pureza.
18f. Esta llama, que es el Espíritu santo,
está hiriendo en el alma, gastándole y consumiéndole las imperfecciones de sus
malos hábitos.
18g. Esta es la operación del Espíritu santo.
18h. En la cual Dios la dispone para la
divina unión y transformación en el amor de Dios.
18i. El mismo fuego de amor que después se
une con el alma glorificándola, es el que antes la embiste purgándola.
18k. Como el mismo fuego que entra en el
madero es el que primero le está embistiendo e hiriendo con su llama.
18l. Enjugándole y desnudándole de sus peos
accidentes, hasta disponerle con su calor.
18m. Tanto que pueda entrar en él y
transformarle en sí.
18n. Esto llaman los espirituales vía
purgativa.
18ñ. En el cual ejercicio el alma padece
mucho detrimento y siente graves penas en el espíritu.
18o. De ordinario redundan en el sentido.
18p. Siendo esta llama muy esquiva.
18q. Porque en esta disposición de purgación
no le es esta llama clara, sino oscura.
18r. Si alguna luz le da, es para ver solo y
sentir sus miserias y defectos.
18s. Si le es suave, sino penosa.
18t. Aunque algunas veces le pega calor de
amor, es como tormento y aprieto.
18u. No le es deleitable, sino seca.
18v. Aunque alguna vez por benignidad le da
algún gusto para esforzarla y animarla.
18w. Antes y después que acaece, lo lasta[1]
y paga todo con otro tanto trabajo.
18x. Ni le es reficionadora[2],
sino consumidora y argüidora[3],
haciéndola desfallecer y penar en el conocimiento propio.
18z. Así no le es gloriosa, porque antes la
pone miserable y amarga en luz espiritual que le da de propio conocimiento,
como dice Jeremías.
18za. Lam 1, 13: enviando Dios fuego en sus
huesos y enseñándola.
18zb. Lamentaciones 1, 13: De lo alto ha
enviado fuego y lo ha metido en mis huesos; ha tendido una red a mis pasos y me
ha tirado de espaldas; me ha dejado desolada, desfallecida todo el día.
18zc. Como dice David.
18zd. Sal 16, 3: examinándola en fuego.
Salmo 16, 3: Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche; aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí.
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